Conectores: Prácticas Culturales en contexto.

Conectores: Prácticas Culturales en contexto.

Conectores. Prácticas culturales en contexto trae al plano de la discusión y el encuentro las estructuras y prácticas culturales que redefinen o han redefinido los espacios del arte, organizaciones que dinamitan y cuestionan la soledad de los sistemas preestablecidos tanto fuera de la institución como desde dentro. A través de un diálogo en clave crítica, las dos mesas de trabajo ponen en valor y en evidencia las retóricas que están detrás de estos ejercicios de resistencia.


Conectores es y ha sido un experimento, por un lado por tratarse de un primer acercamiento a
las prácticas no institucionalizadas tanto artísticas como de gestión, y por otro, por desarrollarse como una experiencia dialógica en la que nueve profesionales del sector cultural estatal —vinculados a prácticas que se desarrollan al margen de lo institucional o como un correlato crítico de ella—,
discuten sobre temas comunes desde su propia perspectiva, dejando de lado el discurso de las propuestas que representan. De esta forma, se cuestiona desde el primer minuto las relaciones entre el espacio como argumento de localización y los procesos de innovación y activación cultural que reproducen. Este encuentro de prácticas culturales en contexto encarna el sueño de reflexionar de
forma pública sobre otras posibilidades de trabajo y experimentación.
 


Conectores. Prácticas culturales en contexto pone sobre la mesa, como premisa, las estructuras que mantienen un proyecto crítico con el sistema del arte y consigo mismo. Esto quiere decir que hay una apuesta por poner en valor y en evidencia las retóricas que existen detrás de estos ejercicios de resistencia, que no están en complicidad con los objetivos del sistema cultural “reglado” actual sino con otras cuestiones de índole sensible: el binomio arte-vida.

Se trató de conocer─reconecer─poner en cuestión aquellas dinámicas de pequeño formato  –en relación con el tamaño de lo institucional- que se vertebran en forma de constelación en un campo de  operacional, en el que están en juego desde temas prosaicos como la efectividad económica hasta el aparato crítico artístico. Las dos mesas de diálogo ─Experiencias de activación y mediación y Dinámicas
contagiosas
─ buscan articular un debate acerca de cómo darle organicidad y continuidad a estas iniciativas, para favorecer la creación de un campo más fecundo de las prácticas artísticas, mediante escenarios en los que se produzcan momentos de tensión y discusión.





Uno de los elementos más repetidos en las conversaciones fue precisamente algo en lo no hubo acuerdo, o se analizaba con cierta lejanía por tratarse, quizá, de una aspecto demasiado teórico. Teniendo en cuenta que muchas de las iniciativas allí representadas partían de la intuición y de la necesidad por salirse del marco habitual de trabajo. Estamos hablando de las prácticas instituyentes, motor de la generación de contexto teórico de estas iniciativas. Desplazar los contenidos hacia otros contextos es el objetivo fundamental de estas, unas prácticas que han contribuido a poner en cuestión los procesos de legitimación estética e histórica, así como experimentar con otros modelos de exhibición, colaboración y autogestión. Esto presupone una expansión del territorio del arte hacia otros campos de acción: la política, lo social, la economía, la ecología, etc., que apuestan por plantear otras negociaciones. Pero también, hacia otras plataformas llamadas nuevos medios, unas prácticas artísticas que se desarrollan como una suerte de “arte público” en el contexto de la cultura digital. Para Lynda Avendaño Santana, esto ha provocado un arte otro que pasa por “la utilización de esos nuevos medios como una herramienta en mayor o menor medida normalizada”. Hablamos aquí, de un aspecto fundamental que tiene que ver con los procesos relacionales, de otros agenciamientos ─tomado en el sentido que le da Deleuze, como una relación de co-funcionamiento entre elementos heterogéneos que comparte un territorio─ que no se definen por  la relación entre entidades y profesionales únicamente por cuestiones diferenciales, sino por el hecho de pertenecer a un mismo espacio concreto y accesible, generando un cierto tipo de comunidad y otros espacios que podríamos denominar como públicos.
 


Desde el punto de vista del espacio público, los procesos artísticos y colectivos pueden activar  estrategias de innovación, que inciden tanto en el ecosistema cultural como en los contextos sociales sobre los que actúan. A este respecto, se une la noción de movilidad y flexibilidad de esos espacios privados que se define, según Martí Perán, desde aspectos contra─hegemónicos. Esto ha convertido la capacidad de movilidad tanto física como discursiva en una cuestión recurrente en el interior de la cultura crítica actual, que tiene como gran contrasentido una libertad de movimientos que a nivel profesional incurre una suerte de autoexplotación.  Sobre este aspecto giró parte de la intervención del público en la primera de las mesas Experiencias de activación y mediación, sobre palabras como
profesional, amateurismo, por amor al arte o diletancia. Expresiones que quizá no sólo restan valor a la actividad cultural si no que la encasillan en un espacio de experimentación no reglado cuya libertad se vuelve en contra del trabajador del arte —artistas, comisarios, gestores, etc. —.


El modelo de diálogo que se propone desde la coordinación del proyecto parte precisamente de una premisa práctica: traer al plano de la discusión y el encuentro las estructuras que redefinen o han redefinido los espacios del arte, organizaciones que dinamitan y cuestionan la soledad de los sistemas
preestablecidos tanto fuera de la institución como desde dentro. Generando un espacio polifónico, de choques de voces, resonancias y acercamientos.


El encuentro se desarrolla por la necesidad de dar respuesta a cuestiones de una importancia vital, poner en crisis y cuarentena los lugares comunes de las prácticas culturales. Era necesario partir del interrogante de hasta qué punto ha sido la eclosión de nuevas forma expositivas y organizaciones no
institucionales algo realmente activo que favorezca la transformación productiva de la situación cultural, y no una forma de trabajar a la espera de la legitimación externa tanto de los profesionales del tejido como de la institución marco. La institucionalización, que difiere de las prácticas instituyentes, también generó debate, partiendo de su significado real se entra en curso con lo que de profesionalización tiene y lo que de instituyente poseen las prácticas y dinámicas no pertenecientes a la red de espacios emanados desde la institución estado.


Desde este perspectiva, otro interrogante necesario es analizar cuándo se convierten éstas ─las prácticas fuera del Estado marco─ en dinámicas que favorecen una estabilización conservadora de la situación cultural actual. Ya que estamos en un escenario en el que realmente las condiciones de producción de algo más fértil no se dan. ¿Significa esto que simplemente lo que se está gestionando es
el reparto de las miserias en unas condiciones proclives para grupos que han logrado acceder al statu quo a través de esas dinámicas de asociacionismo o auto-organización? En relación a esto, cada uno de los invitados afrontó desde lo experiencial la cuestión de si el contexto trabaja realmente por un verdadero cambio de paradigma. O si por el contrario esto pasa por la independencia o por la retroalimentación.
 
A través de Conectores se ha puesto de manifiesto distintos aspectos del sector cultural desde el asociacionismo o las influencias sobre la institución, hasta los movimientos de presión que ejercen los distintos agentes. Es decir, la auto-organización de la sociedad civil del y desde el arte que ha tenido efectos muy significativos en la historia de España. El objetivo de este proyecto es cuestionar esas dinámicas, y en qué tipo de cosas están concluyendo, ¿hay que dar por hecho que eso va a favorecer
el desarrollo de unas políticas más críticas? Con una economía del arte más o menos consensuada, instrumentos de acceso con herramientas de desacuerdo, de disentimiento, los cambios empiezan allí donde se definen formas de la práctica en diálogo con la producción de un campo no sólo intelectual -teórico- sino instituido –como regulación social- y práctico de las artes. De esta forma, las políticas culturales como tal, es decir, la vía de comunicación arte─ciudadanía, no están solo necesariamente en el espacio de la institución, sino que además se encuentran en otros entornos de colisión y cotidianidad.
Desde el punto de vista político, económico, cultural, estético e incluso urbanístico y sociológico, estos espacios son ahora el ámbito de actuación de diferentes colectivos culturales, artistas y asociaciones ciudadanas que desde los recursos basados en una red de relaciones operan en un sustrato más
cotidiano de innovación y transformación.

Conectores. Prácticas Culturales en contexto. (Publicación)


Enlace a las mesas de diálogo. 
Mesa 1. Experiencias de activación y mediación.
Modera: Javier Duero
Participantes: Gilberto González (Oficina para la Acción Urbana), Néstor Delgado (Comisario independiente), Yuji Kawasima (Indisciplinadas)





Mesa 2. Dinámicas contagiosas.
Modera: Lola Barrena
Participantes: Raquél Ibañez (Hidráulicas), Ángela Cuadra (Salón), Javier Castro Flórez (Fundación Newcastle) y Joaquín Artime (Papel Engomado)


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